Visita al Colegio de Bachillerato

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El 8 de diciembre, tras finalizar mi jornada en el dispensario, acompañé a Ousmane, el representante de la ONG, al colegio de bachillerato. Este es un colegio público donde Dady, el profesor de español, imparte clases. Al llegar, lo primero que noto es la energía juvenil y el colorido del lugar, con estudiantes de entre 13 y 17 años provenientes de las aldeas cercanas.

El ambiente del colegio refleja la misma sencillez y carencia de recursos que he observado en otros lugares. Las aulas y las instalaciones no se parecen en nada a las que conozco, ni siquiera a las de mi infancia en un pueblo rural de 300 habitantes. La comparación hace que la falta de recursos aquí sea aún más evidente, situando a estas instalaciones a años luz de lo que podría considerarse adecuado.

La Clase de Español

Me senté en un banco al fondo del aula y observé la clase de Dady. A pesar de las dificultades y limitaciones, Dady logra captar la atención de los estudiantes y hace que la clase sea dinámica y entretenida. Fue una experiencia gratificante y me divertí mucho. Ver la forma en que Dady se comunica con los alumnos y cómo estos responden con entusiasmo me recordó que, en esencia, los niños son iguales en todo el mundo.

A lo largo de la clase, pude ver cómo los estudiantes, a pesar de las adversidades, muestran una gran capacidad de adaptación y un deseo de aprender. La pasión de Dady por enseñar y la energía de los estudiantes crean un ambiente educativo vibrante, aunque carente de recursos materiales.

Reflexiones sobre la Educación

Esta visita al colegio me hizo reflexionar sobre las grandes desigualdades en el acceso a una educación de calidad. A pesar de las condiciones limitadas, los estudiantes y el personal docente muestran una admirable dedicación y resiliencia. La falta de recursos no disminuye su deseo de aprender y enseñar, lo que es verdaderamente inspirador.

Comparando esta experiencia con mi propia educación, me doy cuenta de la suerte que he tenido. Al mismo tiempo, siento una profunda admiración por estos estudiantes y profesores que, con tan poco, logran tanto. Es una lección de humildad y una invitación a valorar y apoyar más la educación en comunidades desfavorecidas.

En resumen, mi visita al colegio de bachillerato fue una experiencia enriquecedora que me permitió ver de cerca las realidades de la educación en un entorno de bajos recursos. La energía y el entusiasmo de los estudiantes, junto con la dedicación del profesor Dady, me han dejado una impresión duradera y un profundo respeto por su esfuerzo diario.

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