Anoche, mientras escribía en mi pequeño refugio, cubierto por una mosquitera, escuchaba el zumbido de los mosquitos mezclado con la música de fondo de mi ordenador, iluminado por la luz de mi linterna frontal. Reflexionaba sobre lo que significaba encontrarse a uno mismo en este lugar, y me venían a la mente infinidad de motivos: la alegría de los niños, la falta de recursos de esta región, lo injusto del acceso al sistema de salud, la generosidad de estas gentes, lo injusta que es la vida con unos y lo afortunada que es con otros. Un millón de pensamientos cruzaban mi mente. Doy gracias a los motivos que me han traído a este lugar, porque estoy encontrando en África todo aquello que había perdido en Europa.
Realidades del Sistema de Salud
Después de esta reflexión, el día comenzaba con más de lo mismo. Tras el informe del médico del pueblo sobre Dieng, la mujer con problemas en el brazo, nos preparamos para ir al hospital. Nos pusimos en marcha con la ambulancia camino del hospital de Fatick. Al llegar, nos enviaron a otro lugar más pequeño. Una vez allí, se pusieron a hablar con el personal de la ambulancia y me dio la sensación de que tampoco nos atenderían. Efectivamente, nos enviaron a un tercer lugar, cada vez más pequeño y precario. Yo ya estaba que me subía por las paredes, pero me contuve porque hay que entender a esta gente: son lentos y burocráticos.
El resultado final fue que, después de cinco horas dando vueltas por Fatick de un sitio a otro, sin comer y agotados, nos tuvimos que volver sin poder ser atendidos. Personalmente, me sentía defraudado y cabreado.
El Lado Positivo del Día
Lo único que salvó el día fue que, de camino a casa, el grupito de niños de mi entorno salieron locos de alegría a recibirme, gritando “Manu… Manu…” y cogiéndose de mi mano. Esta bienvenida me llenó de alegría y me hizo olvidar un poco las frustraciones del día. También disfruté del rato pasado en el bar de Robert, tomando una cerveza con Dady y Abdul (Pablo).
Así terminó el día, con una mezcla de emociones y experiencias que reflejan las complejidades de vivir y trabajar en un lugar con tantas carencias pero también con tanta calidez humana.