El huerto de las mujeres Sangué
Una apasionada del mundo vegetal, Tamara quien lleva años cultivando un huerto en su casa, relata cómo una simple visita a un vivero cambió su vida y la de muchas mujeres en Senegal. Inspirada por la idea de llevar semillas al país africano, su verdadero proyecto tomó forma al conocer a Sor Hortensia. monja residente en…
Sangue Senegal
Sangué (o Sangue) es un pequeño pueblo ubicado en el oeste de Senegal, con una rica herencia cultural y una profunda conexión con las tradiciones locales. Esta localidad forma parte de la comunidad rural de Notto, que a su vez se encuentra en el distrito de Notto, perteneciente al departamento de Thiès y a la región de Thiès, una de las áreas más dinámicas y pobladas del país.
La región de Thiès es conocida por su importancia histórica y su relevancia en la producción agrícola, especialmente en el cultivo de cacahuetes y otros productos agrícolas, que son fundamentales para la economía local. Sangué, aunque modesto en tamaño, juega un papel importante dentro de su comunidad, tanto por sus tradiciones como por la hospitalidad de sus habitantes.
El departamento de Thiès es también un eje clave en la infraestructura de Senegal, ya que está bien comunicado con la capital, Dakar, y con otras regiones importantes del país. Este contexto geográfico convierte a Sangué en un lugar de paso y de conexión entre diferentes áreas rurales y urbanas, lo que refuerza su relevancia dentro de la comunidad rural de Notto.
En una conversación casual Tamara mencionó su experiencia en la horticultura y el haber traído semillas desde España. Sor Hortensia, al escuchar esto, le habló de un grupo de mujeres senegalesas con las que había colaborado y que deseaban desarrollar una huerta, pero carecían del conocimiento necesario para ello.Esta iniciativa no solo contribuye a mejorar su alimentación, sino que también fomenta la
autosuficiencia y fortalece el sentido de comunidad. El compromiso y la dedicación de estas mujeres han sido fundamentales para que el huerto tenga un impacto duradero. Además, el
trabajo en conjunto en algo tan esencial como la producción de alimentos ha permitido estrechar los lazos entre ellas.
Enseñarles a germinar semillas es una habilidad valiosa que les permitirá continuar cultivando
a largo plazo. Sin embargo, uno de los mayores retos fue la pobreza del suelo, lo que nos
obligó a trabajar arduamente para enriquecerlo y nutrirlo. Utilizamos compost, abonos
naturales, semillas de calidad y suplementos vitamínicos para las plantas, lo que requirió
también una importante inversión económica.
Dadas las malas características del terreno, también decidimos aplicar estas vitaminas en el huerto de la escuela de Sor Hortensia, con el fin de mejorar la producción. Gracias a este huerto, los niños ahora disfrutan de una dieta más equilibrada los tres días a la semana en los que comen allí. Adicionalmente, donamos una amplia variedad de semillas a Shan, el encargado del huerto del colegio, con la condición de que apoyara y supervisara el huerto de las mujeres, dado su extenso conocimiento sobre el cultivo en esa región. De este modo, aseguramos que ellas contaran con el apoyo y la guía necesaria para llevar adelante el proyecto.