Las Curas: Un Día de Retos y Sorpresas

De nuevo comienza un día, y hoy me preguntaba qué sorpresas me esperaban. Al llegar al recinto del dispensario, vi un montón de madres y sus hijos, lo que me recordó el comentario de Itzi sobre que me hincharía a poner vacunas. Era el día de vacunaciones y el dispensario estaba lleno de actividad.

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Comenzamos la consulta con varias curas habituales. Entre los pacientes, había tres muchachos de entre 14 y 17 años. Uno de ellos tenía un corte en un dedo del pie que necesitaba puntos. Junto con Jan, mi compañera nativa, nos pusimos manos a la obra. La sorpresa fue que los puntos se daban con una aguja gorda de coser y en condiciones de asepsia cero, ya que no había material adecuado. Esta situación me hizo reflexionar sobre las limitaciones con las que trabajamos diariamente y la necesidad urgente de recursos médicos básicos.

Un Llamado de Esperanza

En medio de la jornada, recibí una llamada de Rafa, el responsable de la ONG en España. Me dijo que había visto las fotos que envié del brazo ulcerado y que conseguirían dinero para que la paciente pudiera acceder al hospital. Este mensaje me llenó de esperanza y alivio. Inmediatamente planificamos una visita al hospital para que hicieran una valoración y saber con exactitud el tratamiento necesario.

Cuando la paciente llegó para hacer la cura, ya había preparado una botella de agua hervida con unas gotas de lejía como sustituto de suero para lavar la úlcera. Con un bisturí y unas tijeras mías de cortar las uñas, desinfectadas, me dispuse a trabajar. Después de casi una hora, conseguí quitar mucho tejido necrosado y darle otro aspecto a la úlcera, aunque con mucho dolor para la paciente. Esta experiencia fue agotadora pero gratificante, y me recordó la importancia de cada pequeño esfuerzo en el cuidado de los pacientes.

Este día ha sido una mezcla de desafíos y pequeñas victorias. Desde la falta de material adecuado para dar puntos hasta la noticia esperanzadora de que la paciente del brazo ulcerado podría recibir tratamiento hospitalario. Cada día en el dispensario es una lección de resiliencia y adaptación. A pesar de las dificultades, es reconfortante ver cómo cada esfuerzo puede marcar una diferencia significativa en la vida de las personas que atendemos.

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